FUNDACIÓN E INICIOS DEL MONASTERIO: LAS PRIMERAS MONJAS

El 18 de junio de 1015 la condesa Ermessenda y su esposo, el conde Ramon Borrell recibían donación de la antigua iglesia de Sant Daniel y de sus alodios a cambio de cien onzas de oro. La primera mención del cenobio de Sant Daniel es de tres años más tarde, en un documento del 16 de marzo de 1018 y los mencionados condes de Girona, Barcelona y Osona fueron sus promotores y patrones.

En los siguientes años el Monasterio prosperó y se consolidó. Se reconstruyó la antigua iglesia de Sant Daniel y el conjunto de estancias para la vida común. No hay dudas sobre la adscripción benedictina de Sant Daniel, la primera mención a la regla consta documentalmente en el año 1070. De esto inicios se conocen algunos nombres: Bonafilla era abadesa el año 1018 y ARsenda el 1067.

EL MONASTERIO EN LA EDAD MEDIA


L os siglos siguientes vieron crecer la comunidad y el patrimonio del monasterio, proveniente de donaciones, legados testamentarios y dotes de las doncellas de la nobleza que profesaban en el monasterio. No era extraño que madres e hijas convivieran en el monasterio, la hija como monja y la madre como devota después de enviudar. El monasterio se convertía así en un lugar para las mujeres donde consagrarse a Dios y vivir con otras mujeres unidas por diferentes vínculos, también familiares.

BAJO LA PROTECCIÓN CONDAL I REAL

Los condes descendientes de Ermessenda y Ramon Borrell continuaron protegiendo el Monestir de Sant Daniel. Destaca entre ellos la protección de la condesa Mahalta de Apulia-Calabria. Y así lo hicieron el rey Pere I el año 1209 quien expidió privilegios para el monasterio que fueron confirmados por el rey Jaume I, el rey Alfons XII, el rey Pere III y el rey Martí I. Des de Roma, también el Papa protegió el Monasterio con diferentes disposiciones.

HIJAS DE LA NOBLEZA

Estaba establecido desde antiguo que todas las monjas del Monasterio tenían que ser hijas de la nobleza y la mayoría provenían de linajes de las comarcas gerundenses: Palera, Foixà, Cabrera, Cruïlles… las monjas se distinguían entre escolanas, novicias y profesas que convivían con donadas o devotas y con sirvientas.

 

LA ÈPOCA MODERNA

La ascendencia religiosa y social de la comunidad del Monasterio de Sant Daniel continuó a lo largo de la época moderna y lo demuestran las invitaciones a las monjas para participar en actos y ceremonias religiosas de la ciudad. La clausura benedictina, antes del Concilio de Trento, no implicaba la prohibición de salir del monasterio sino que, con el permiso de la abadesa, las monjas podían salir para visitar a sus familiares o para participar en determinadas celebraciones.

Entre los siglos XV i XVI se anexionaron al Monasterio las propiedades de tres comunidades femeninas que se extinguieron en aquel período. Se trata del monasterio de Santa Margarida del Prat de Roses, el monasterio de Santa Maria de Calonge y el monasterio de Valldemaria de Maçanet de la Selva.

A lo largo de los siglos la comunidad se vio obligada a dejar el monasterio en varias ocasiones, de manera provisional y en tiempos de guerras, por razón de su ubicación extramuros de la ciudad de Girona.

El día 13 de agosto de 1855 los funcionarios entraban en el Monasterio de Sant Daniel para llevarse los documentos necesarios para poder confiscar las rendas y propiedades del Monasterio en el marco del proceso de desamortización.

La comunidad mantuvo la propiedad del Monasterio en una época en la que se propiciaron los cambios tanto sociales como económicos: la mayoría de las monjas abandonaron el viejo estilo de vida en casas particulares dentro del edificio y adoptaron la vida común.